miércoles, 5 de junio de 2013

Un arrepentimiento sincero



 UN ARREPENTIMIENTO SINCERO

"Arrepentíos vosotros en el nombre de Yahshua Ha Mashiaj para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Ruaj Hakodesh/Espíritu Santo” (Hechos 2:36-38).
De ese pasaje se infiere que quien no se arrepienta, no obtiene el Ruaj Ha Kodesh del Padre, queridos míos.
Pero... ¿qué significa arrepentirse?
Entre las definiciones se incluyen las siguientes:
apartarse afligido de la antigua forma de actuar; cambiar positivamente
el modo de pensar; sentir profundo remordimiento o contrición; entristecerse
reconociendo uno mismo su culpabilidad ante Yahweh; aborrecer
los pecados anteriores; alejarse completamente del pecado.

La Escritura Kodesh describe el arrepentimiento como un profundo reconocimiento de nuestros pecados y la consiguiente tristeza que nos hace cambiar nuestro modo de pensar y actuar. El shalej Shaul lo explicó de esta manera:
“La tristeza que es según Yahweh produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios 7:10).
En ese pasaje la palabra traducida como "tristeza" significa una humilde contrición, como la que se hace tras autoevaluar y reconocer un error que se haya cometido.
LA TRISTEZA SEGUN EL MUNDO:
La tristeza del mundo es superficial, de manera que no produce un cambio verdadero y permanente en las personas.
Pero la tristeza que es según Yahweh nos permite ver cuán perversos somos como humanos; nos hace poner nuestra esperanza en Yahweh y nos lleva a hacer un compromiso profundo que realmente transforma nuestro modo de pensar y actuar.
La esencia del arrepentimiento es el cambio, pero es un cambio interno: dejar nuestra antigua forma de vivir para obedecer y servir a Yahweh. Pedro, en el sermón que citamos anteriormente, describió el arrepentimiento como una profunda y sincera expresión de sumisión a Yahweh. Esto es el resultado de haber reconocido nuestra culpabilidad ante Yahweh y lo que Yahshua hizo como nuestro Salvador personal para reconciliarnos con el Padre (Romanos 5:8-10; 2 Corintios 5:18-20). El arrepentimiento nos une al Padre y a Yahshua Ha Mashiaj en una relación extraordinaria. ¡Nos hace posible re-pactar con El!
El milagro del arrepentimiento ocurre tras haber sido "llamado" por Yahweh, queridos míos. En lo que se refiere a nuestra relación con Yahweh, debemos comprender desde un principio que el arrepentimiento es en sí un milagro y un don que incluso podemos pedir a Yahweh. Vemos claramente en la Torah que la oportunidad de arrepentirnos es un don de Yahweh, que sólo es posible cuando él nos trae hacia sí. Yahshua dijo claramente:
“Ninguno puede venir a mí (Yahshua), si el Padre (Yahweh) que me envió no le trajere . . .” (Juan 6:44). En otras palabras, nuestro Padre Yahweh nos tiene que "llamar" hacia Su Hijo Yahshua. Y luego Su Hijo nos muestra como re-pactar con el Padre y ser salvos. En el Libro del Revelacion, Yahshua llama a los salvos, "los LLAMADOS, escogidos y hallados fieles."
Es imposible que un ser humano, basado en sus propias fuerzas, interés e intelecto, entregue su voluntad completamente a Yahweh. Humanamente, no podemos comprender la profundidad del cambio que Yahweh desea en el ser humano.
El primer paso, como ya hemos visto antes: Arrepentirse...
“En aquellos días vino Yonahan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:1-2). Yonahan el inmersor estaba haciendo un llamado al arrepentimiento para aquellos que tuvieran la entrada al Reino en gran estima.
Después de que Yahweh nos llama, el arrepentimiento es el primer paso en nuestra relación con él, amigos míos. Sin el arrepentimiento, nos encontramos apartados de Yahweh: “He aquí que no se ha acortado la mano de Yahweh para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Yahweh, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2). Amados, el pecado crea separación entre Yahweh y el ser humano, y causa que no nos oiga ni escuche nuestras oraciones, a no ser que vengan de un corazón contrito y sumiso. Sin embargo, Nuestro Padre quiere que todos se arrepientan y se conviertan en verdaderos hijos suyos (2 Pedro 3:9; Juan 1:12). Para que esto pueda suceder, Yahweh en su gran misericordia nos llama, y por gracia Suya empieza a guiarnos al arrepentimiento mediante Su Hijo Amado Yahshua (Romanos 2:4).
Notemos cómo el shalujim Kefas enseñó a quienes Yahweh estaba llamando. En su primer sermón, el cual predicó en la Fiesta de Shavuot (Pentecostés), Kefas/Pedro dijo: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Yahshua a quien vosotros crucificasteis, Yahweh le ha hecho Adon/Amo y Mashiaj."
Aquellos que le escuchaban “se compungieron de corazón” y preguntaron a Kefas y a los demás shelujim: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” Kefas respondió: “Arrepentíos y sed inmersos cada uno de vosotros en el nombre de Yahshua Ha Mashiaj para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Ruaj Hakodesh/Espíritu Santo."
Kefas/Pedro, Yonahan/Juan, Matiyah/Mateo y todos los demás seguidores de Yahshua lo acababan de recibir ese día estando reunidos para la fiesta en Jerusalém. Necesitamos cambiar o re-novar nuestra mente, entendimiento y corazón. Necesitamos ayuda incluso para entender lo que es el pecado. Por eso Yahweh tiene que concedernos el arrepentimiento (Hechos 11:18; 2 Timoteo 2:25).
Además, tras haber sido "llamados," necesitamos la fuerza de voluntad—tanto el deseo como la decisión— de arrepentirnos. Este deseo también viene de Yahweh, “porque Yahweh es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).
Amados, aunque Yahweh “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4), él no obliga a nadie a arrepentirse. El nos ha dado "libre albedrío" o facultad de tomar decisiones propias. Su benignidad y bondad nos guían al arrepentimiento (Romanos 2:4), pero él no decide por nosotros; la decisión sigue siendo nuestra. Quienes sinceramente se arrepienten, se dan cuenta muy pronto de que Yahweh está obrando activamente en su vida, trabajando en ellos para crear un profundo deseo de realizar los cambios necesarios para agradarle y ser "uno" con El (Yahweh) y Su Hijo (Yahshua). Queriendo saber qué es lo que Yahweh espera de ellos, los "llamados" celosos y gozosos estudian la Escritura, la inspirada Palabra de Yahweh, para comprender mejor cual es Su voluntad y el llamado tan excelso que han recibido. (Y ese es un llamado a "ser primicias" de la raza humana en esta era, (como ya hemos comentado en otros mensajes). Tales personas desean someterse voluntariamente a Yahweh y vivir siempre de acuerdo con sus instrucciones.
El estudio diligente y sincero de la Palabra de Yahweh, junto con un fuerte deseo de someternos a su voluntad, pronto nos permite ver dentro de nosotros los mismos deseos egoístas que dominan el comportamiento y la forma de pensar de todo ser humano. Empezamos a reconocer la influencia penetrante que tiene la “mente carnal,” como tan acertadamente la llamó el sheluk Shaul (Colosenses 2:18), en nuestro pensar y actuar.
Pero primero, Yahweh tiene que convencernos del pecado (Juan 16:8) para que podamos arrepentirnos y así comprender cuán alejados estamos de sus caminos. Debemos empezar a comprender el engaño satánico del que hemos sido víctimas para poder ver el pecado que vive dentro de nosotros y reconocer la hostilidad tan arraigada que tenemos contra Yahweh y sus leyes, “por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Yahweh; porque no se sujetan a la ley de Yahweh, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7).
Queridos míos, reconocer el pecado en nosotros constituye un avance muy significativo, pues el primer paso para cambiar un mal hábito o evitar una mala acción es reconocer y aceptar que existe un problema. Y ese problema es que hemos estado engañados y enceguecidos por el pecado.

Debemos estar dispuestos a reconocer nuestras faltas y aceptar nuestra culpabilidad:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:9-10).

Antes de despedirnos, esperamos que este mensaje les haya servido de edificación, y les proporcione una herramienta mas para la comprensión del Plan Maestro de Yahweh y les sirva de provecho para ayudar a otros "llamados" de Yahweh.
BARUT ATA HASHEM YAHWEH Y BARUT YAHSHUA HA MASHIAJ MALKEINU

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